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Norberto Itzcovich 

January 31st, 2017

El caso del INDEC en Argentina demuestra que la neutralidad estadística es un ideal inalcanzable

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Norberto Itzcovich 

January 31st, 2017

El caso del INDEC en Argentina demuestra que la neutralidad estadística es un ideal inalcanzable

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itzcovich_80_108En Argentina como en todo el mundo las estadísticas se han convertido en un tema de debate público. Ex-director del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) Norberto Itzcovich repasa la historia reciente de la inflación y la pobreza, argumentando que las estadísticas deben evolucionar en sintonía con las políticas. La neutralidad es una quimera.

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Desde el año 2007 hasta 2015 el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) estuvo sometido a una constante intención de mermar su credibilidad.  Ello fue producto más de cuestiones políticas y económicas que de falencias metodológicas u operativas.  Esta situación contradice el Manual de Organización Estadística de la ONU, que estipula la independencia de las oficinas de estadística como condición necesaria para lograr credibilidad. ¿Pero se puede lograr en realidad este supuesto ideal de independencia estadística?

Definiendo la independencia

Lo primero es definir a qué nivel debe darse esa independencia. Es obvio que por su experiencia y conocimiento el jefe de estadística de cada país tendrá una opinión determinante en las formas y métodos de medición de cada estadística. ¿Pero es la persona que ocupa ese cargo la indicada para definir qué estadísticas deben desarrollarse?

Si se considera que las estadísticas públicas son imprescindibles para que el Gobierno y los ciudadanos puedan evaluar el desempeño de las políticas, parecería pertinente que la decisión sobre qué variables medir no recaiga, al menos no exclusivamente, en el jefe de la oficina de estadística.

A modo de ejemplo: si el gobierno de algún país decide implementar una política activa en materia de obras públicas que impacte directamente en las condiciones de vida de la población – redes de agua corriente, desagües cloacales, salas de atención primaria de la salud – es de esperar que la oficina nacional de estadística mida el impacto de esas políticas en la población. Resultaría lógico también que la autoridad política instruya al jefe de la oficina de estadística al respecto. Luego, queda en este último la decisión sobre cuál es la mejor forma de monitorearla, así como la responsabilidad sobre la exactitud de la medición.

Si la voluntad de medir o no quedara sólo al alcance de la autoridad estadística, como sostiene el mencionado manual, su cargo cobraría una relevancia política no explícitamente deseada.

Es por ello que la “neutralidad estadística” no opera como se lo proponen las Naciones Unidas. De lo contrario sería inexplicable que en prácticamente todos los países del mundo, al cambiar el gobierno, cambie la autoridad de la oficina de estadística.

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La medición de precios y pobreza en Argentina durante los años 90

En la Argentina, dado que durante casi toda la década de los noventa estuvo vigente el régimen de convertibilidad (un peso = un dólar), desde 1996 se comenzó a medir la inflación con un índice de precios al consumidor del Gran Buenos Aires (IPC-GBA) que incluyera en su canasta productos de origen importado, lo cual aseguraba menor incidencia de variación de precios. El IPC finalmente publicado desde 1999 (IPC-GBA base 1999=100) incluía mermeladas, flores, prendas de vestir e incluso viajes al exterior, todos nominados en dólares, asegurando la estabilidad de precios por la vigencia del mencionado régimen monetario. Primera muestra de cómo una definición metodológica en materia estadística no es neutral.

En cuanto a la pobreza, aun cuando existen diversas aproximaciones teóricas, los estudios de pobreza en América del Sur han concentrado su atención casi exclusivamente en una única dimensión: el ingreso.

En Argentina se determinó la metodología oficial de medición de pobreza por insuficiencia de ingresos en 1993. Esta decisión no estuvo exenta del marco político general ya que al igual que en gran parte de los países de la región, durante la década de los noventa, se propició una reducción de la participación del Estado en la economía y en las políticas sociales.

Sin polemizar sobre las consecuencias de ese modelo, no cabe duda que la medición de la pobreza por ingresos (línea de pobreza) resultaba funcional a su implementación. Si el Estado iba a disminuir o discontinuar la inversión en infraestructura, la medición del impacto de esas políticas en las condiciones de vida no resultaba oportuna. Quedaba demostrado, una vez más, que la definición de una metodología estadística no era neutral en términos políticos.

El INDEC en la era de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015)

Volviendo a la situación del INDEC, a partir de 2007 principalmente se cuestionó la medición del Índice de Precios al Consumidor (IPC) y posteriormente la de la pobreza.

Respecto del IPC, cabe consignar que la implantación de las dudas sobre sus resultados surgieron desde el momento en que este indicador pasó de ser meramente descriptivo, como ocurre en la mayoría de los países, a determinar la rentabilidad de bonos de la deuda emitidos por el gobierno nacional ajustados por el IPC. Es decir, el IPC se constituyó en una variable ligada a la rentabilidad para el sistema financiero nacional e internacional a partir del año 2006. Más allá de las consideraciones metodológicas que se describieron, a partir de ese año la producción del IPC, en las tareas cotidianas de recopilación, supervisión y análisis de datos, se desarrollaba con evidentes muestras de tendenciosidad al alza.

En 2008 el INDEC adecuó la metodología del IPC, adaptándola a las normas internacionalmente aceptadas y, posteriormente en enero del 2014, se elaboró un nuevo IPC, basado en una nueva encuesta de gastos de los hogares, esta vez representativo del total de la población del país.

En lo concerniente a la medición de la pobreza entre el año 2007 y el primer semestre de 2013 el INDEC continuó publicando los datos sobre incidencia de la pobreza e indigencia, que aunque cuestionados, resultan absolutamente consistentes con las mediciones tanto del Banco Mundial, como de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), así como con el resto de las variables macroeconómicas.

En efecto, entre 2003 y 2006 la pobreza descendió 27,1 puntos porcentuales, acompañando una disminución del desempleo de 9,6 puntos.

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En consecuencia, resulta totalmente coherente que entre el segundo semestre de 2006 y el primero de 2013 (última medición de pobreza publicada hasta diciembre de 2015), la pobreza disminuyera hasta el 4,7%, teniendo en cuenta, además del continuo descenso del desempleo, las políticas que ampliaron notoriamente la cantidad de perceptores de ingresos (más de 3 millones de nuevos jubilados y más de 4 millones de perceptores de la Asignación Universal por Hijo, entre muchas otras), así como la permanente mejora en términos reales de los ingresos. Todo ello impactó de manera notoria en el comportamiento del consumo privado.itzc_g2

En síntesis, las autoridades del INDEC desde 2007 hasta 2015 no hicieron más que, en el caso del IPC, adecuar la metodología a la realidad nacional, cumpliendo integralmente con las recomendaciones metodológicas internacionales; mientras en el caso de la pobreza, a pesar de los cuestionamientos, resulta evidente que los resultados hasta 1er. semestre 2013 son absolutamente consistentes, tanto en la comparación internacional como con el marco macroeconómico vigente.

El INDEC bajo Mauricio Macri (2016)

Desde la asunción del presidente Macri, en diciembre de 2015, hubo un retroceso en materia estadística. En primer lugar, porque el país tiene 6 meses sin disponer de un IPC (noviembre 2015-abril 2016) y a partir de mayo se publicó uno referido sólo al Gran Buenos Aires, no a la totalidad del país y basado en una encuesta de gastos de los hogares del año 2004, es decir de más de 12 años de antigüedad.

Respecto de la pobreza, se volvió a publicar oficialmente a partir del segundo trimestre de 2016, pero con cambios metodológicos que no permiten la comparación con la serie histórica, y con la pretensión, en nuestro entendimiento, de ignorar los resultados positivos en materia social del ciclo político anterior.

Por último, un reciente decreto firmado por el Presidente de la Nación le quitó al INDEC la posibilidad de seguir estimando el balance de pagos del país, con lo que afecta severamente su función como coordinador del sistema estadístico nacional.

El INDEC, el rigor científico y la realidad local

La neutralidad absoluta en materia estadística no existe en ningún país del mundo. Una vez definido el plan estadístico – es decir, establecido qué fenómenos se necesitan medir – es imprescindible el rigor científico y la elaboración de cada indicador de acuerdo a los parámetros internacionales, adaptados en cada caso a la realidad local. Exactamente eso es lo que se hizo en el INDEC entre 2007 y 2015.

Notas:
• Las opiniones expuestas en este artículo son de los autores y no reflejan la postura de LSE.
• Atribución de imagen destacada: Alex Proimos (CC BY-NC 2.0)



itzcovich_80_108Norberto Itzcovich – Ex Director del INDEC 
Norberto Itzcovich tuvo una larga trayectoria dentro del Instituto Nacional de Estadística y Censos de Argentina (1992-2015), llegando a ser Director Técnico (2009-14) y Director (2014-15). Fue miembro del consejo académico de la Maestría en Diseño Gestión y Análisis de Encuestas de la Universidad Nacional de La Matanza hasta diciembre 2015.

About the author

Norberto Itzcovich 

Norberto Itzcovich had a long career at Argentina’s National Statistics and Census Institute (1992-2015), eventually becoming Technical Director (2009-14) and Director (2014-15). He was a member of the academic council of the Master’s programme in Survey Design, Management, and Analysis at Universidad Nacional de La Matanza until late 2015.

Posted In: Economics

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