El proyecto británico de repatriar esclavos recién liberados a la “Provincia de la Libertad” -territorio que hoy en día es el estado de Sierra Leona- a finales del siglo XVIII puede conectarse con los desafíos en materia de desarrollo económico de la actualidad. La utopía que se soñó en un inicio estaba destinada al fracaso, debido al tráfico de esclavos en la región que seguía vigente, y a un entorno hostil que los británicos habían contribuido a establecer.
Sierra Leona, inicialmente conocida como la “Provincia de la Libertad”, fue una colonia fundada por abolicionistas británicos, quienes creían que los africanos víctimas de la Diáspora Africana podrían ser repatriados al mismo continente del cual fueron raptados. Sin embargo, una contradicción estaba presente en el mismo corazón de esta iniciativa: si bien la propuesta fue recibida con gran entusiasmo por la población británica y recibió apoyo financiero del gobierno inglés, las potencias europeas -especialmente el Imperio Británico- seguían fuertemente involucradas en el tráfico de esclavos de la región.
El comercio de esclavos era la actividad económica más importante en África Occidental en esa época, y muchos grupos étnicos locales eran tanto víctimas, como victimarios dentro de la red comercial esclavista. Fue así como los esclavos recientemente liberados que retornaron a su tierra de origen esperando establecerse y vivir libremente, se vieron enfrentados a la cruda realidad del territorio. La tan anhelada y recientemente adquirida libertad estaba bajo amenaza de nuevo.
El imperio británico y el tráfico de esclavos en el siglo XVIII
A medida que el Imperio Británico crecía en poder naval y conquistaba territorios en América del Norte, el Caribe y Asia, fue convirtiéndose paulatinamente en la potencia europea líder en el comercio de esclavos, posición que antes ostentaba el imperio Portugués. Para los ingleses, la mano de obra esclava era la base de las lucrativas plantaciones de caña y tabaco en las colonias del Caribe, y se estima que el Imperio Británico fue responsable del transporte de 3.5 millones de esclavos africanos hacia el “Nuevo Mundo”; un tercio del total de víctimas del tráfico humano transatlántico entre 1670 y 1833, año en el cuál la esclavitud fue completamente abolida dentro de los confines del Imperio.
Al mismo tiempo que los comerciantes británicos y los dueños de plantaciones en el Caribe se beneficiaban del tráfico de esclavos y de mano de obra forzada respectivamente, movimientos abolicionistas crecían en términos de poder e influencia en el Reino Unido. Entre los miembros había figuras prominentes de la sociedad londinense, cuáqueros y del clero. Estos movimientos estaban en contra de la esclavitud y del involucramiento de potencias europeas en esta misma, protestando públicamente al respecto.
La Ley Británica eventualmente respondió a los reclamos abolicionistas, pero de un modo lento y ambiguo: en 1772, una corte dictó que la esclavitud no podía hacer parte de la Ley Británica, prohibiendola en Inglaterra. Sin embargo, este dictamen no aplicaba a los territorios británicos de ultramar donde vivía la mayor parte de los esclavos pertenecientes a ciudadanos británicos. Es verdad, la esclavitud fue abolida en territorio inglés, pero la institución esclavista siguió siendo la piedra angular de las economías coloniales y el Imperio continuó de este modo fuertemente involucrado en el comercio de esclavos por muchas décadas más.
La fundación de Sierra Leona
En 1772, un número significativo de esclavos traídos anteriormente a Inglaterra para trabajos domésticos -sobre todo en hogares de británicos ausentes, dueños de plantaciones en las colonias- fueron liberados. Estos fueron denominados los “London’s Black Poor”, junto con Africano-Americanos (Black Loyalists) que sirvieron en la Revolución Americana del bando británico y se les prometió la nacionalidad inglesa a cambio, aunque seguían viviendo en condiciones deplorables en Londres. Si bien no se cuenta con cifras confiables de la población negra para la época, se calcula que alrededor de 15,000 individuos de raza negra vivían en Inglaterra por estas fechas.
En 1786, el “Comittee for the Relief of the Black Poor” propuso un esquema de repatriación para los “Black Poor” a algún territorio de África donde pudieran vivir en libertad y gobernarse a sí mismos. El proyecto fue recibido con creciente expectativa, y el Gobierno Británico contribuyó a la causa abolicionista financiándola y brindando otros materiales como vestimenta, herramientas y armas. Si bien existió apoyo oficial, las razones que motivaron dicho apoyo fueron probablemente una combinación de hipocresía e intolerancia; el objetivo real bien pudo ser deshacerse de la población Africana que habitaba las calles londinenses y se consideraban una amenaza a la pureza de la raza blanca.
En mayo 10 de 1787, embarcaciones británicas arribaron a las costas de Sierra Leona, en un área conocida como Frenchman’s Bay. Adentro de ellas iban 380 esclavos recientemente liberados cuyo anhelo era fundar la “Provincia de la Libertad” y ser arquitectos de su propio destino. La tarea que tenían no era fácil: a pesar de la libertad recientemente adquirida, muchos de los esclavos liberados nacieron en plantaciones, tuvieron una precaria o nula educación y el inglés rudimentario que sabían servía escasamente para comunicarse con sus antiguos amos. El continente africano al cual llegaban era tan nuevo para ellos como para los pocos europeos que viajaron a su lado.
Luego del desembarque, el jefe “Tom” de la etnia Tenme negoció con los abolicionistas y les vendió la tierra del primer asentamiento. Disputas sobre el territorio adquirido emergieron prontamente y, dado que las comunidades locales vendían prisioneros de guerra a cambio de bienes, armas y dinero, varios de los pobladores iniciales fueron capturados y vendidos nuevamente como esclavos. Muchos otros viajaron a la Isla Bunce, un enclave británico situado a 20 kilómetros río arriba de Freetown, la capital de Sierra Leona, uno de los centros de tráfico de esclavos más importantes en África Occidental.
La primera colonia duró tan solo dos años y medio, pues fue diezmada por las enfermedades, el hambre y la hostilidad por parte de los vecinos. Granville Town, el primer asentamiento, fue quemado en 1789 por el rey “Jimmy”, jefe local de la etnia Tenme y sucesor de “Tom”.
Años posteriores
En los años posteriores a esta cadena de fracasos, los abolicionistas británicos tomaron el control directo del territorio e hicieron esfuerzos importantes para salvar a la colonia. Granvilletown fue fundada en el área conocida como “Cline Town” -cerca de la bahía de Fourah- por los colonos sobrevivientes. Además, cerca de 1,200 Black Loyalists que habían sido trasladados a Nueva Escocia, Canadá luego de la Revolución Americana y se enfrentaban a discriminación racial y crudos inviernos, cruzaron el Atlántico con el apoyo del Imperio Británico y contribuyeron a la fundación de Freetown. Un tercer grupo de esclavos liberados provenientes de Jamaica, conocidos como Cimarrones, se unieron a la segunda Colonia; finalmente, cerca de 85,000 africanos destinados a ser esclavos en América fueron recapturados por la Armada Británica en las costas de África y liberados en Sierra Leona tras la abolición oficial de la esclavitud por parte del Imperio Británico. A finales del siglo XIX, la unión étnica entre pobladores iniciales, olas de migrantes y esclavos recapturados y liberados en el territorio fue constituyendo lo que es hoy en día el grupo étnico más numeroso de Sierra Leona: la población Krio.
Hubo un elemento que caracterizó a las colonias que sucedieron al primer fracaso de 1789: los pobladores de Sierra Leona estaban ahora sujetos a la gobernanza del Imperio Británico. Si los pobladores iniciales se vieron atrapados en la red de tráfico humano existente entre potencias europeas y etnias locales, estos últimos llegaron a una colonia donde no tenían la libertad política, social y económica que se preveía en un inicio.
De la “utopía” al Estado moderno de Sierra Leona
Actualmente, las instituciones políticas y sociales de Sierra Leona continúan siendo frágiles, y el país sigue enfrentando el complejo desafío de implementar necesarias reformas estructurales. La protección de los derechos de propiedad sobre la tierra es débil, el sistema judicial no cumple los estándares adecuados de independencia y neutralidad, y los indicadores de desarrollo relacionados a educación, salud y nivel de vida de la población son bajos.
Aunque se ha documentado cómo el pasado colonial de Sierra Leona se conecta con los altos niveles de pobreza del presente y con la historia conflictiva de la nación, hay un vacío en la literatura con respecto al fracaso de los años iniciales, donde se pretendió crear una colonia libre del yugo europeo, y su relación con el presente. Lo cierto es que la perversa relación comercial que los europeos mantenían con pobladores locales fue un obstáculo imposible de ser superado, y la empresa de fundar la “Provincia de la Libertad” difícilmente pudo haber sobrevivido a un ambiente de tal hostilidad; mucho menos prosperar y volverse la utopía soñada por muchos.