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Adriana Boersner Herrera

Armando Chaguaceda

August 18th, 2022

Rusia en Latinoamérica: la confluencia iliberal

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Estimated reading time: 10 minutes

Adriana Boersner Herrera

Armando Chaguaceda

August 18th, 2022

Rusia en Latinoamérica: la confluencia iliberal

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Desde principios del siglo XXI, Rusia comenzó a recuperar y ampliar su presencia en América Latina. Pero la región es heterogénea, y Rusia no se ha relacionado o aliado de la misma manera con todos los países. Aun así, es importante determinar qué posibilidades tiene de consolidar alianzas iliberales en el continente, sostienen Armando Chaguaceda (El Colegio de Veracruz) and Adriana Boersner Herrera (Universidad de Carolina del Sur Aiken).

Esta es una versión corta de un artículo publicado por Foreign Affairs Latinoamérica.

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La invasión rusa de Ucrania ha producido importantes cambios geoestratégicos en todo el mundo. Uno de esos cambios ha consistido en revisar las alianzas de algunos países con Rusia, así como su dependencia de Moscú. Latinoamérica, compuesta por países con variadas trayectorias históricas, políticas, económicas y sociales, ha cobrado relevancia geoestratégica para los objetivos que persigue la política exterior rusa desde principios del siglo XXI. La diversidad de la región ha marcado sustancialmente el modo en el que cada país ha reaccionado a la invasión de Ucrania, según las relaciones que ha mantenido con Rusia en los últimos 22 años y dependiendo de los rasgos liberales e iliberales de su gobierno. 

Cooperación autocrática, confluencia iliberal

El mundo de 2022 acusa un aumento de la cooperación entre Estados autocráticos, un fenómeno analizado por expertos como KKurt WeylandThomas Ambrosio, y Rachel Vanderhill, que adopta la forma de acciones y estrategias de gobiernos que colaboran con el objetivo común de hacer retroceder el modelo político en competencia: la democracia. Algunos analistas piensan que se trata de un proceso más enfocado en maximizar los objetivos de las élites que lo impulsan que en difundir componentes ideológicos o axiológicos específicos. Sin embargo, parece posible detectar en esta cooperación autocrática algo más que mero cálculo económico o interés geopolítico. Hay metas inmediatas o de largo plazo, factores ideológicos o pragmáticos, objetivos tácticos o estratégicos.

La consolidación mundial del capitalismo y el cuestionamiento de la hegemonía liberal tienen lugar en esta década. El mundo vuelve a ser, como a inicios del siglo XX, un lugar con mercados más o menos expansivos, con Estados variablemente fuertes y soberanos, pero en el que —a diferencia de lo que se creía en 1989— las libertades de votar, protestar y vigilar al poder no forman parte de la vida de todos sus habitantes.

La cooperación entre países con regímenes dictatoriales se ha entendido desde dos puntos de vista. Desde un primer ángulo se comprende que dos o más regímenes autoritarios cooperan porque quieren imponer una visión normativa autócrata. El segundo enfoque es pragmático y se considera que no hay ideas ni valores que fundamenten la cooperación entre regímenes autocráticos, los cuales simplemente cooperan para maximizar beneficios. Son dos visiones no excluyentes, sino más bien complementarias si se analiza la presencia de Rusia en Latinoamérica a partir de principios de los años 2000.

La dimensión pragmática

En la concepción de la política exterior rusa, Latinoamérica es parte de un interés por aumentar la presencia internacional y fomentar las relaciones comerciales con mecanismos de integración comercial y política en la región. Ese enfoque se ha centrado en cuatro ejes..

El primero es el económico y comercial, en el que Rusia emplea diversos medios, como acuerdos comerciales, descuentos a las exportaciones y alivio de ciertas deudas. El segundo eje es el político, en el que el Kremlin recompensa a aliados y políticos de varios países mientras crea y fortalece redes cleptocráticas con la élite financiera y política de Rusia. El tercer ámbito tiene que ver con el espacio informático y la difusión de narrativas favorables al Kremlin y la política de Vladimir Putin. El objetivo es ganar respaldo para la presencia internacional de Rusia y socavar las bases de apoyo de países con gobiernos democráticos liberales. Finalmente, en el cuarto, el militar, Rusia aprovecha su industria armamentística para estrechar los vínculos con clientes o países que ve como aliados seguros. Estos cuatros ejes han sido importantes para entender la cooperación pragmática entre Rusia y Latinoamérica, y los beneficios que aporta.

En líneas generales, los principales sectores latinoamericanos que atraen inversiones rusas son la explotación de recursos naturales, la tecnología de la información, la industria automotriz, la nuclear y la aeroespacial. Las principales inversiones de empresas rusas en la explotación de recursos naturales se dirigen a las minas de bauxita en Jamaica, Guyana y Perú, así como a los proyectos de Gazprom, Lukoil y Rosneft en Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba y Venezuela.

Hoy, Argentina, Brasil y México son los mercados más importantes para Rusia, en particular los dos últimos. Estos tres países son miembros del G-20, al igual que Rusia. En el caso particular de Brasil, junto con Rusia es parte del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Además, tanto México como Brasil exportan productos que necesita Rusia, como azúcar de caña, soya, café, carnes, aparatos mecánicos de Brasil, y automóviles de turismo, teléfonos, cerveza de malta y azúcar mexicana. El comercio bilateral aumentó significativamente desde principios del siglo XXI, sobre todo con Brasil durante la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva y en los primeros años de Dilma Rousseff. Sin embargo, ese comercio es deficitario y sigue siendo marginal comparado con los intercambios de Rusia con otras partes del mundo.

Con la llegada al poder de Putin en 2000, la élite política en Moscú retomó gradualmente la idea de crear oportunidades para Rusia y proyectar su poder en el hemisferio occidental, incluyendo una mayor presencia en Latinoamérica. Los lazos diplomáticos y políticos que se empezaron a cultivar con ciertos gobiernos aprovecharon la marea de populismo político en la región, el discurso antiestadounidense de líderes populistas y la defensa de un mundo multipolar brindó a Rusia la oportunidad de acercarse a ciertos países latino-americanos incluyendo Cuba, Nicaragua, y Venezuela.

Además, Rusia ha descubierto la corrupción como un factor clave para motivar y consolidar las relaciones políticas tanto en Latinoamérica como en otras regiones como África. Las petroleras rusas han tenido prioridad en la participación de varios proyectos en Venezuela y se han creado empresas ruso-venezolanas que han causado desfalcos. Además, de acuerdo con el portal Proyecto de Denuncia de la Corrupción y el crimen organizado, la paraestatal Petróleos de Venezuela está metida desde 2002 en varios esquemas de corrupción con empresas rusas y de otros países, que han pagado sobornos a cambio de trato preferencial.

La dimensión normativa

Tradicionalmente, la polaridad ideológica ha contrapuesto izquierda y derecha según nociones distintas de la naturaleza humana y el orden social, el lugar de la justicia social y el mercado. A partir de la derrota del bloque soviético, la democracia liberal pareció ofrecer un régimen en el que se acomodarían las izquierdas y las derechas democráticas, que aun si están enfrentadas en materia de valores y políticas públicas, coinciden en la defensa de una sociedad abierta y un orden pluralista. Sin embargo, como han señalado Ivan Krastev y Stephen Holmes, desde entonces ha cobrado fuerza, desafiante, una tendencia iliberal.

Del fenómeno iliberal resulta una cosmovisión flexible y que engloba agentes, movimientos y regímenes opuestos a la pluralidad en el mundo posterior a la Guerra Fría. Se defiende un modelo de líder y pueblo, sin instituciones intermediarias, se promueve el proteccionismo y un capitalismo oligárquico y patrimonialista, se privilegia una definición esencialista de nación y se redefine el lenguaje político con términos como soberanía, injerencia y democracia, para transfigurar acciones político-jurídicas cónsonas con la defensa de los principios democráticos y la defensa del Estado de derecho. Rusia y sus principales aliados latinoamericanos encajan en este modelo.

Desde este ángulo, la promoción autocrática puede entenderse como una difusión de ideas, prácticas y estructuras que se propagan de un sistema social a otro, inherentemente interdependientes y elegibles e influidas entre sí. Aquí se incluyen interacciones mediáticas, académicas y culturales, productoras de ideología, que están condicionadas por actores y objetivos explícitamente políticos. Dado el relativo desconocimiento de los propósitos, modalidades y efectos de la difusión autoritaria en Latinoamérica, es conveniente prestar atención a cómo contribuye la presencia rusa (especialmente las sinergias de prácticas y narrativas con los gobiernos aliados) a la permanencia y legitimación de los liderazgos y regímenes autoritarios en la región.

El sustrato ideológico iliberal prima hoy en las agendas políticas de diversos gobiernos en Latinoamérica, especialmente los regímenes bolivarianos. Con ellos, Moscú ha logrado fortalecer una cooperación de signo autocrático que trasciende el vínculo comercial y las alianzas militares. Incluye el respaldo simbólico (con medios estatales y discursos políticos) que difunden normas, valores e información entre otras maneras de concebir lo iliberal.

Como resultado, las tendencias autocráticas se reafirman en el énfasis puesto en los principios de soberanía y no injerencia, piedra angular de los discursos nacionalistas de las autocracias latinoamericanas. El Kremlin ha tenido interés en relacionarse con gobiernos de izquierda y de derecha por igual, particularmente si el elemento común es que sean iliberales. En Latinoamérica, se ha visto en las alianzas políticas (y clientelares) con Cuba, Nicaragua y Venezuela. Se fortalecen los lazos con los gobiernos de Nayib Bukele (El Salvador) y Jair Bolsonaro (Brasil), paralelo a las relaciones con Cuba, Nicaragua, y Venezuela.

Rusia, como el país más fuerte de este eje autoritario, ha ofrecido ayuda política, económica y financiera a cambio de apoyo político y diplomático. La justificación de Cuba, Nicaragua y Venezuela de apoyar y aliarse con Rusia, más allá de lo normativo y pragmático, ha sido la necesidad de contrarrestar la influencia de Estados Unidos en Latinoamérica y contribuir a que Rusia se inserte en la región latinoamericana como un actor importante. La presencia de los medios de comunicación rusos (Russia Today y la agencia de noticias Sputnik) permiten al Kremlin cuestionar el modelo democrático en Latinoamérica. Las principales narrativas empleadas por estos medios repiten la posición oficial del gobierno ruso, incluido el actual apoyo a la invasión de Ucrania. En la región, la programación de ambos medios se alinea con el punto de vista de las fuerzas iliberales del espectro político, en especial la izquierda radical. RT y Sputnik se han convertido en una fuente familiar de información entre la población latinoamericana. Un factor de éxito para el progreso de la comunicación estratégica de Rusia en Latinoamérica es que el público no capta el interés de Moscú en los espacios informativos de la región.

President Vladimir putin observes
El presidente ruso Vladimir Putin / Kremlin

Desde que empezó el siglo XXI, Rusia ha comenzado a recuperar y ampliar su presencia en Latinoamérica. El Kremlin se movió primero por un interés económico y comercial, con la intención de que empresas rusas, como las de armamento, gas y petróleo, tuvieran un nuevo mercado. Sin embargo, con los años la relación se ha trasladado más al ámbito político y geoestratégico, debido al estado de la relación bilateral de Rusia con Estados Unidos. A medida que la confrontación ha ido escalando, particularmente con los gobiernos de Barack Obama y Joseph R. Biden, el Kremlin ha ido acentuando su influencia en Latinoamérica, la que algunos todavía consideran zona de influencia natural estadounidense.

Pero Latinoamérica es una región heterogénea y Rusia no se ha relacionado ni aliado de la misma manera con todos los países. Esta diferencia se ha debido tanto a los intereses de Rusia como a las decisiones de los líderes locales. Brasil y México son los principales socios comerciales de Rusia, mientras que Cuba, Nicaragua y Venezuela son clientes de Rusia que han aprovechado sus créditos, donaciones y acuerdos lucrativos. A cambio, estos tres países han ofrecido apoyo casi incondicional a Rusia en las relaciones internacionales. Especial atención habrá que poner a líderes que, en meses recientes, se abstuvieron de votar en contra de Rusia o de condenarla por la guerra en Ucrania, como los de Brasil y El Salvador, y determinar qué tan probable es que sean capaces de consolidar un régimen iliberal en sus países.

Notas:

• Este artículo representa las opiniones de los autores y no del Centro o de LSE
• Por favor lea nuestra política de comentarios antes de comentar
• Encabezamiento: Jair Bolsonaro y Vladimir Putin / Kremlin

About the author

Adriana Boersner Herrera profile picture

Adriana Boersner Herrera

Adriana Boersner Herrera is Assistant Professor of Political Science in the Department of History, Political Science, and Philosophy at the University of South Carolina Aiken. Follow her on Twitter at @AdriBoersner.

Armando Chaguaceda

Armando Chaguaceda is a political scientist and historian. He is a professor at El Colegio de Veracruz and a researcher in Government and Political Analysis, AC.

Posted In: Geopolitics

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