La pandemia de COVID-19 ha repercutido profundamente en la educación en América Latina, y el cierre de los colegios ha traído importantes retrocesos en materia de desigualdad y pobreza. En un artículo para la revista Economía de LSE, Nora Lustig (Universidad de Tulane), Valentina Martínez Pabón(Yale), Guido Neidhöfer (ZEW Mannheim) y Mariano Tommasi (Universidad de San Andrés) exploran los desafíos en movilidad social e igualdad en la región después del reciente desfase educativo.
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La pandemia de COVID-19 planteó retos nunca vistos en América Latina, y tuvo efectos devastadores en la salud y la economía. Durante 2020, la región fue una de las más afectadas, con varios países encabezando las listas de contagiados y fallecidos, además de un descenso del PIB del 7%. Aunque lo peor de la crisis sanitaria ha pasado y la recuperación económica está en marcha, la pandemia provocó importantes retrocesos en desigualdad y pobreza. Es posible que el crecimiento económico los revierta, pero hay efectos cuyas consecuencias serán duraderas a menos que se emprendan acciones contundentes para suavizarlos. La educación es uno de esos sectores que se verán afectados por el impacto del COVID y, lo que es más preocupante, es uno de los de mayor importancia. Hay que destacar lo que implicó del cierre de escuelas en el rendimiento escolar de los niños y niñas de diferentes entornos socioeconómicos. El cierre de las escuelas afectó especialmente a quienes vienen de hogares con bajos ingresos, puesto que les resultó muy difícil continuar su educación en casa por la falta de equipamiento adecuado, conectividad y orientación. Los efectos a largo plazo de la pandemia sobre la desigualdad educativa podrían ser profundos, ampliando potencialmente la brecha entre los que tienen y los que no tienen y reduciendo de forma significativa la movilidad intergeneracional.
Para estimar el impacto potencial de la pandemia en los logros escolares y su continuidad, simulamos la probabilidad de completar la escuela secundaria para niños y niñas de diferentes entornos socioeconómicos en los cuatro países más grandes de América Latina: Argentina, Brasil, Colombia y México. Utilizamos información relativa al cierre de escuelas y a las políticas educativas de mitigación. También tuvimos en cuenta las pérdidas educativas relacionadas con las crisis sanitarias y la pérdida de empleo de sus familias. Las pérdidas educativas fueron muy diferentes para los hogares desfavorecidos. En Argentina, los días perdidos representaron el 23% del año escolar para aquellos cuyas familias no habían completado la enseñanza secundaria. En contraste, el alumnado cuyas familias tenían estudios superiores a la enseñanza secundaria solo perdió un 3% de días de clase. Las cifras de Colombia fueron del 28% frente al 2%. En Brasil y México, el desfase era más llamativo: 42% frente a 5% y 54% frente a 7%, respectivamente.
Descubrimos que para los niños y niñas cuyos padres se encuentran en el último tercio de la escala educativa, la probabilidad de completar la educación secundaria podría disminuir de un nivel prepandémico del 46,2% al 37,7% en Argentina, del 57,3% al 23,2% en Brasil, del 26,2% al 17,7% en Colombia y del 54,2% al 24,5% en México. En cambio, la pandemia no afectaría mucho a los menores de padres situados en el tercio superior de la escala educativa (ver gráfico 1). En algunos de los países más pobres de la región, el impacto es aún más drástico. En Guatemala y Honduras, la probabilidad de terminar la enseñanza secundaria de las personas procedentes de familias con un nivel educativo más bajo podría incluso caer por debajo del 10% (Neidhöfer, Lustig y Tommasi, 2021). En América Latina, esta reducción anula medio siglo de progreso en las tasas de finalización de los estudios para esta generación.
Una brecha que puede dañar la movilidad social y la igualdad
Uno de los factores que subyace a estos resultados es la brecha digital. Los estudiantes que viven en zonas rurales y proceden de hogares con bajos ingresos tienen un acceso limitado a la tecnología y a internet. En el momento en que estalló la pandemia, la cobertura de internet en los hogares cuyo cabeza de familia tenía menos de estudios primarios rondaba el 33% en Colombia y México, el 49% en Brasil y el 63% en Argentina. En cambio, la cobertura rondaba el 90% en los hogares cuyo cabeza de familia tenía más de estudios secundarios (véase el cuadro 5 en Lustig et al., de próxima publicación). Más allá de la falta de acceso a internet y tecnología, el cierre de las escuelas alteró el proceso de aprendizaje e impidió la interacción social y el apoyo de profesores y compañeros. Esto también podría haber afectado a la salud mental y a las habilidades no cognitivas, algo que puede haber agravado el impacto negativo de la pandemia.
La creciente brecha educativa perjudicará la movilidad social y la igualdad de oportunidades en los próximos años, a menos que nos tomemos en serio las señales de alarma y actuemos con rapidez. Es necesario compensar las pérdidas aumentando tanto la cantidad como la calidad del tiempo de aprendizaje. Los sistemas escolares deben contemplar la ampliación de horarios, la creación de programas de verano y extraescolares y una enseñanza más personalizada. Los esfuerzos también deben dirigirse a desarrollar recursos online y offline disponibles de forma gratuita y debe mejorar la conectividad.
Hay que prestar especial atención a las necesidades socioemocionales de los niños y niñas vulnerables y en riesgo de abandono escolar. Estas acciones requerirán recursos, especialmente financieros. Recomendamos a los gobiernos que no recorten el gasto en educación cuando se enfrenten a la necesidad inevitable de frenar el déficit fiscal, que fue aceptable durante la pandemia. Al contrario, puede que sea necesario aumentar los recursos fiscales dedicados a la educación. El reto es tan grande que también será necesaria la ayuda de agentes no estatales, como la filantropía privada, el sector empresarial y las organizaciones comunitarias.
Notas:
• Este artículo representa las opiniones de los autores y no del Centro o de LSE
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• Este post se basa en el trabajo de Nora Lustig, Valentina Martínez Pabón, Guido Neidhöfer y Mariano Tommasi. ” Short and Long-Run Distributional Impacts of COVID-19 in Latin America” publicado en la revista Economía de la London School of Economics.
• Traducción de María Clara Montoya
• Encabezamiento: Children lined up to enter the primary school with sanitary measures in Mexico / ARMANDOOLIVO (Shutterstock)