En Defensa de las Mujeres: Campañas Anti-género y Aborto en Chile

por Lieta Vivaldi 

En Chile, la ley que permite el aborto en tres causales[1] fue aprobada después de una larga discusión en Agosto del año 2017, y publicada en el diario oficial en Septiembre de ese mismo año. En Diciembre de 2017, el candidato presidencial de derecha Sebastián Piñera fue electo Presidente, lo cual activó la preocupación de muchas feministas respecto de cómo se implementaría la ley, la cual ya es bastante limitada, especialmente luego que la Ministra de la Mujer y Equidad de Género Isabel Plá fuera electa como responsable de dicho ministerio. Dicha preocupación ha demostrado ser cierta ya que se han implementado una serie de barreras destinadas a obstaculizar el acceso al derecho a abortar. Y es en este sentido que las campañas ‘anti-género’ han tenido una fuerte influencia.

En este artículo[2] discutiré el fenómeno anti-género en Chile, el cual tiene similitudes y ciertas particularidades que lo diferencian de cómo se ha ido desarrollando en otros países latinoamericanos y europeos. Específicamente, exploraré las formas en que los ataques contra la denominada ‘ideología de género’ han influido sobre el debate y la implementación de la ley de aborto en Chile, discutiendo algunos de los desafíos que enfrentan lxs activistas feministas en la actualidad en relación al monitoreo de la ley y la lucha por el aborto libre.

 

Outside wall of a building with a row of poster stickers in blue and pink that read No + ideología de género in all capital letters 

Crédito de la foto: Paula Hollstein

 

‘La Ideología del Género’: Breve Contextualización

A la fecha se han publicado una serie de artículos sobre el fenómeno de la ‘ideología de género’ y existen también proyectos de investigación en curso sobre políticas anti-género en Latino América, sus orígenes e impacto socio-político en los debates políticos actuales. Para efectos de este artículo, quisiera focalizarme en algunos aspectos del término que refieren específicamente al campo de los derechos sexuales y reproductivos, y que son relevantes para comprender las políticas sexuales y de género en Chile.

En términos generales, el término ‘ideología de género’ ha sido utilizado para dar cuenta de todo tipo de demandas y teorías que niegan ‘la diferencia y reciprocidad en la naturaleza de un hombre y una mujer’ (Kaoma, 2017) y que consideran a la sexualidad como una construcción social. Según la Iglesia Católica, los géneros son categorías ‘reales’ que están siendo desafiadas por el construccionismo social de la ‘ideología de género’. Se suma a esto la defensa de una ‘cultura pro vida’ que sería contraria a otra de ‘muerte’, esta última definida por Juan Pablo II (citado en Vaggione, 2017) como una ‘comprensión egoísta de la libertad que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad’. De esta manera, ‘todas las demandas que busquen ampliar los espacios legales para una sexualidad no reproductiva son consideradas como parte de la ‘ideología de género’ y manifestaciones de una cultura de la muerte’ (Vaggione). La condena del aborto en particular resulta central debido a que las mujeres no estarían cumpliendo el rol al que supuestamente están llamadas: el de la reproducción ‘natural’. De hecho, el aborto instala una separación entre la sexualidad y la reproducción que desafía los roles naturales de género, según los cuales la mujer estaría destinada a la reproducción y la maternidad.

Ataques Conservadores al Feminismo como ‘Ideología de Género’ y la Ley en Chile

Los grupos conservadores en Chile (en su mayoría pertenecientes a la derecha religiosa y algunos sectores de centro-izquierda) han tratado de bloquear cualquier iniciativa destinada a ampliar y reconocer los derechos sexuales y reproductivos de las personas. Han reaccionado contra algunas iniciativas, especialmente las vinculadas a la educación sexual de niñxs: por ejemplo, el lanzamiento del libro Nicolás tiene dos papás apoyado por el Gobierno el año 2014, y la edición de un manual sobre educación sexual para adolescentes que lanzó la Municipalidad de Santiago el año 2016, llamado 100 preguntas sobre sexualidad adolescente; la distribución de la píldora del día después a menores de edad, la discusión de la ley de Identidad de Género, y así.[3] En Julio de 2017, durante la discusión de la ley de aborto en tres causales, el denominado Bus de la Libertad (o bus del odio como lo llamaron algunxs activistas) recorrió algunas de las principales ciudades de Chile con un mensaje transfóbico en contra de la ‘imposición’ de la ‘ideología de género’ en el sistema educativo. Este bus apareció por primera vez en España con el slogan Los niños tienen pene y… las niñas tienen vulva. Que no te engañen, y fue traído a Chile conjuntamente por la organización española CitizenGo, Padres Objetores de Chile y el Observatorio Legislativo Cristiano, hasta ese momento un desconocido grupo de raíces evangélicas.

A pesar de que Chile es uno de los países menos religiosos de la region, y está viviendo una profunda secularización, es fundamental resaltar la fuerte influencia de las ideas religiosas en las políticas de derechos sexuales y reproductivos a través del estado y de los partidos políticos, trabajando en complicidad con ‘think tanks’ y la sociedad civil. La visita del Papa a Chile en enero de 2018, estuvo marcada por mucha menos participación de la esperada, lo que sugirió para algunos que la iglesia católica ha perdido popularidad. Sin embargo, hay distintas formas a través de la cual esa influencia es ejercida en la práctica. Por ejemplo, algunos partidos políticos están formalmente unidos a grupos religiosos, como en el caso de la Democracia Cristiana o partidos conservadores de derecha. Adicionalmente, un grupo de evangélicxs fueron elegidos como representantes en el Congreso Nacional creando la llamada ‘bancada evangélica’, que si bien es reducida en números, creó una bulliciosa oposición a cualquier intento de desafiar las posiciones conservadoras. De todos modos, esta relación no es siempre formal; hay novedosas formas en las cuales lxs conservadores ejercen presiones políticas.

Respecto a la ley, lxs conservadores presionaron constantemente durante la discusión para evitar su aprobación o limitar al máximo su alcance. En efecto, lograron cambiar importantes aspectos que restringen o impiden el acceso al aborto. Por ejemplo, se las arreglaron para imponer la denuncia obligatoria en caso de violación; expandir la definición de objeción de conciencia; imponer consejería y acompañamiento obligatorio que a veces puede resultar disuasivo para que las mujeres no se hagan el aborto, y limitar la confidencialidad médica. Durante el primer año en que la ley entró en vigencia, el número de abortos realizados fue alrededor de 555, mucho menor a los 2.500 procedimientos inicialmente pronosticados.

Campañas Anti-género y Aborto: Dos Ejemplos

La Objeción de Conciencia y el Uso de las Redes Sociales

La objeción de conciencia ha sido definitivamente problemática. De acuerdo con la ley original, sólo el o la médica que realizaba el procedimiento, y no el equipo en general o quienes realizaban el diagnóstico, podía objetar basándose en motivos filosóficos, morales o religiosos dando aviso previo. Esto se modificó durante la discusión del Proyecto de ley para incluir a todo el equipo de salud, lo que es una forma innecesaria de complicar la posibilidad de acceder al aborto. Cuando la ley fue aprobada, un grupo de senadorxs y diputadxs conservadores presentaron dos recursos al Tribunal Constitucional antes que la ley pudiera ser promulgada, y éste extendió el derecho de objeción de conciencia tanto a instituciones como personas jurídicas. El rector de la Pontificia Universidad Católica, durante la discusión del proyecto y después de su aprobación, señaló en distintas oportunidades que ninguna de las instituciones de salud que formaran parte de la red de la Universidad realizarían abortos. Como consecuencia, la Universidad Católica presentó recursos para asegurar su derecho a objetar. Actualmente hay regiones de Chile en donde es difícil encontrar en el sistema público de salud profesionales que realicen el procedimiento. En este sentido, para las mujeres de ciertas áreas y que no puedan pagar salud privada puede resultar más difícil acceder a este derecho. Asimismo, el gobierno de Piñera no ha implementado suficientes capacitaciones para personal de salud, las que han debido hacerse por parte de feministas, organizaciones de salud, o profesionales de la salud con sus propios recursos.

Lxs doctores que realizan abortos han sido también atacados por lxs conservadores. Una foto del primer médico que practicó un aborto bajo la legislación, Gonzalo Rubio, fue trucada mostrando sus manos cubiertas en sangre y difundida en distintos medios. Esta fue una reacción a un artículo publicado por el diario El Mercurio, en el que se contaba la historia del primer aborto realizado bajo la ley y la manera en que lxs profesionales de la salud fueron entrenadxs para ello. En el artículo, Rubio relataba la historia del primer aborto: una niña de 12 años que tuvo un aborto luego de ser violada. Rubio trabajaba en el Hospital San José, un hospital público localizado en Santiago. La niña vivía en el sur de Chile, Chiloé, pero como la ley había sido recientemente aprobada y los protocolos no estaban aún publicados, fue difícil encontrar a alguien en el área dispuesto a realizar el procedimiento. El movimiento contra la liberalización del aborto está muy vivo y activo.

La Apropiación de las Estrategias Feministas

Las campañas conservadoras contra el aborto se han apropiado y resignificado el concepto de género como mera ideología. En general, las campañas nacionales de grupos ‘pro-vida’ han seguido orientaciones similares a campañas que se han realizado previamente en otras partes del mundo, e incluso en la actualidad. En el foco y en el centro de este tipo de campañas encontramos la ‘humanización del feto’ que deja a la mujer en el trasfondo o definitivamente fuera de la situación. El mensaje que buscan mostrar es claro: la destrucción del feto al abortar equivale a un asesinato (Braidotti, 1994; Petchestky, 1987; Rothman, 1989). Sin embargo, una de las estrategias claves del movimiento conservador, ha sido la representación de las mujeres como víctimas mostrando su posición como una ‘en defensa de las mujeres’ e imitando así las estrategias feministas. La representación del sufrimiento y las experiencias concretas de las mujeres, a veces desde una iconografía y propaganda explícitamente humanitaria, se distancia de la típica representación casi exclusiva del feto. De este modo, han adoptado estrategias nuevas, por ejemplo, el uso de performances artísticas o discursos que muestran preocupación hacia el ‘sufrimiento de las mujeres’ culpando a las feministas por dejar a las mujeres solas.

Lxs conservadores han argumentado que son ellxs quienes defienden el derecho a la vida, quienes resisten el neoliberalismo y quienes defienden los derechos de las mujeres (lxs ‘genuinxs’ feministas). Las mujeres, por extensión, son representadas como débiles, vulnerables e indefensas, y eso también marca lo que se le exige al estado. Como las mujeres son vistas como seres abandonados, es crucial para el estado defenderlas: ‘proteger’ a las mujeres, implica darles apoyo para evitar que aborten. El filósofo conservador chileno Daniel Mansuy, por ejemplo, publicó un controversial artículo titulado “Aborto: El triunfo del individualismo”, en el que argumenta que el movimiento por la liberalización del aborto (en especial en sus versiones socialistas y de la Democracia Cristiana) suscribe a un principio individualista que ellxs mismxs dicen aborrecer. En un tono similar, la ex senadora de la Democracia Cristiana, Soledad Alvear, señaló que ‘el aborto es lo más machista que hay’. Ellxs también defienden el ‘natural deseo’ de las mujeres de convertirse en madres, un deseo que se vería amenazado por las múltiples formas de vulnerabilidad social asociadas al neoliberalismo. Esta visión mantiene que una mujer que tiene apoyo no pensará en realizarse un aborto, debido a su instinto natural a la maternidad. Este ataque es problemático porque lxs conservadores se muestran como defensores de que las mujeres tengan las condiciones materiales y sociales para tener hijxs, antagonizando con los feminismos que, de acuerdo a ellxs, dejarían a las mujeres solas. 

Algunos Pensamientos Finales 

Como hemos visto, las relaciones de poder y alianzas entre elites económicas y organizaciones conservadoras religiosas han ganado fuerza en la medida que los intereses del actual gobierno de derecha se alinean con los de grupos conservadores. El impacto final ocurre concretamente sobre el cuerpo de la mujer, que es gobernado a través de campañas anti-género como las descritas. Si prestamos atención a la complejidad y variedad de la oposición al aborto, es posible ver no solo la forma en que articulan sus posiciones quienes desafían las perspectivas feministas, sino también el modo en que éstas, a su vez, influencian al feminismo.

En relación a la implementación de la ley, lxs conservadores han tratado, a veces exitosamente, restringirla. Las feministas han empezado a monitorear si la ley se está cumpliendo, ya que hay muchas barreras, como la objeción de conciencia, que pueden obstaculizar el acceso al aborto de las mujeres o la buena calidad de los servicios de salud y cuidado. Asimismo, la caracterización de la mujer como ‘vulnerable’ y ‘en necesidad de protección’, típica de prácticas humanitarias de los gobiernos, es altamente problemática porque puede implicar nuevas formas de control biopolítico. En este sentido, el desafío para el feminismo y las feministas chilenas en particular, es entender el aborto como un asunto de justicia social que integre y comprenda las complejidades políticas de los afectos involucrados en la experiencia del aborto, sin subestimar ni remover la agencia de las mujeres reduciéndola a su sufrimiento. Por tanto, la rearticulación de las posturas conservadoras necesita constante atención y reflexión crítica, para que así los feminismos puedan encontrar nuevas y creativas formas de resistir estos ataques.

Lieta Vivaldi es doctora en sociología en Goldsmiths, Universidad de Londres. Tiene un magíster en sociología de LSE, y es abogada de la Universidad de Chile. Ella ha participado en diferentes investigaciones sobre aborto, derechos sexuales y reproductivos y feminismos. Sus intereses principales incluyen derechos sexuales y reproductivos, tecnologías reproductivas, teoría de género, teoría feminista, interseccionalidad, religión y política de salud. Lieta es también activista feminista y participa en la Asociación de Abogadas Feministas (ABOFEM) e integra el International Institute for Philosophy and Social Sciences (IIPSS). Actualmente está trabajando en la Mesa Acción por el Aborto en Chile (MAACH).

[1] Cuando la vida de la mujer está en riesgo, cuando existen anomalías fetales incompatibles con la vida, y en el caso de violación.

[2] Este artículo es una versión reducida y ligeramente actualizada de una sección de un capítulo de mi tesis de doctorado titulada: Aborto en Chile: Biopolítica y Resistencia Feminista. La traducción al español la hicimos en conjunto con Tomás Ojeda, integrante del equipo editorial de Engenderings.

[3] Estos grupos se han opuesto fuertemente a muchas iniciativas legales que han percibido históricamente como amenazas al orden de género tradicional, legislando en contra y/o excluyéndolas del debate legislativo. Nuestra legislación en materia de derechos sexuales y reproductivos ha sido bastante reciente y conservadora. A modo de ejemplo, la ley que terminó con la distinción entre hijos legítimos e ilegítimos recién se aprobó el año 1998; lo mismo ocurrió con la despenalización de la sodomía en 1999 y la aprobación del divorcio el año 2004.

Pages: 1 2